La vida es un camino, y como dice el refrán "no hay que llegar primero sino hay que saber llegar". El mundo está lleno de personas que no piensan así. Gente que busca primacía, poder y éxito, que no importan de tener que hacer harina a los demás con tal de amasar una fortuna, como diría Quino. No los culpo, es bastante agradable tener dinero en la bolsa ó sentirse con poder sobre los demás, es una sensación muy adictiva.
Una vez mis abuelitos me llevaron a una de esas tiendas de buen posicionamiento, cuyo nombre no diré por no querer hacer publicidad gratis, ya que pensaban comprarme unos tennis nuevos. Fuimos a la plaza, entonces a mi abuelita se le ocurrió que también podían regalarme un par de pantalones y camisas, me pareció bien, pero no pensé que fuera a sentirme tan envanecido. La atención del vendedor, el poder de elegir, y el gusto de tener algo nuevo y de alto costo, me hizo sentir muy bien.
Es algo en lo que es muy fácil perderse. Como quedó plasmado en "El Imperio contraataca" en el diálogo entre Luke y Yoda, el lado obscuro no es más fuerte, pero sí más seductor, más sencillo y fácil de tomar. Una vez que uno lo toma, muy díficil es salir de él. De igual forma, salir del materialismo en que vivimos resulta muy complicado. Sólo hechos trascendentes nos hacen fijarnos en otras formas de pensar y de vivir.
En mi caso, afortunadamente me di cuenta de las cosas. Siempre he tratado de mirar alrededor mío, no de enfocarme en una sola cosa, sino de ver simultáneamente todo lo que comprende el panorama. Eso es importante, no cegarnos con algo, sino ver un poco más allá, abrirnos a las posibilidades. Hay cosas más importantes que la moda, el dinero o el poder.
El costo de algo no nos revela su valor real. El valor de algo reside en lo que simboliza para nosotros y creo que tiene muchísimo más significado un abrazo o un beso de una madre, que mil dólares. Siempre pensamos en lo que deseamos pero no en lo que tenemos, y varios de nosotros tenemos más de lo que pudieramos pedir: una familia, amigos, una enseñanza, un hogar, y seguramente muchas cosas más por las cuales ser agradecidos con la vida.
Esto no significa que dejemos de buscar lo mejor, que sigamos exigiendo cosas mejores, que nos esforcemos por dar cada día algo más de nosotros mismos. Debemos seguir siendo críticos, sin perder esa consciencia ni olvidarnos de donde venimos, porque eso es lo que realmente importa. La vida me ha enseñado que todo puede irse al carajo, pero siempre tendremos cosas importantes por las que vale la pena luchar. Si no perseguimos milagros, ¿cuál es el punto de vivir?
Por Héctor Manuel Lujambio Valle
Me gustó mucho tu ensayo. Como me comentaste la otra vez si es algo sentimentalista, pero eso no le quita que abordes bien la problemática, al contrario.
ResponderEliminarCoincido contigo en muchas cosas y, aunque no he visto la Guerra de las Galaxias, me pareció una frase muy acorde con tu tema.
Dense una vuelta por http://yoopinocho.blogspot.com/
Fernanda Martínez